El material del que estamos hechos - Entender para crear.

Resumen

La cerámica está ligada a la historia de la humanidad desde tiempos remotos.
Los restos de mayor antig?edad comprobada son los de un tazón hallado en las cuevas de Xianredong, provincia de Jiangxi, China, que datan de hace unos 20 millones de años. Estamos hablando aquí de que nuestros ancestros ya producían cerámica en el Paleolítico superior. Ello puede considerarse como una de las primeras revoluciones tecnológicas de la humanidad dado que, a más de recipientes funerarios, amuletos y deidades femeninas de 31 mil años de antig?edad, el trabajado de la arcilla ayudó a proveer de utensilios necesarios y eficientes para transportar, conservar y distribuir el agua y los alimentos (también cocinar estos últimos). Y ni qué hablar tiene la importancia del material cerámico en la construcción, en todas las escalas, usos y épocas. La relación entre cerámica y humanidad alcanza a permear, incluso, varias mitologías sobre la creación por intervención de los dioses, quienes moldean a los primeros seres humanos a partir de la arcilla o usan procesos análogos a los de la alfarería (véase el Génesis de la Biblia judeo-cristiana, o los mitos de Babilonia y Sumeria, o en el texto del Popol Vuh, de los quiché de la Guatemala precolombina).

Esto proporciona al material cerámico y sus técnicas de elaboración un halo de proximidad a lo primordial humano que no puede encontrarse en los materiales más recientes y cada vez más alejados de toda procedencia natural que han desbancado el uso intensivo de la cerámica en la producción de objetos y utensilios, como los plásticos o la fibra de vidrio. Piénsese nada más en que una mayoría de los utensilios que tienen que ver directamente con la intimidad de nuestra dimensión física: los platos de donde tomamos nuestros alimentos, los vasos y tazas de donde ingerimos bebidas, la bañera, el bidet, el retrete donde apoyamos el cuerpo, el lavamanos donde higienizamos partes del mismo, todo lo aceptamos normalmente como hecho en cerámica y basta; cualquier otro material nos parecería ?extraño?. Esta aura o ?halo de proximidad? (o intimidad, casi genealógica y de segura potencia simbólica) es una de las fortalezas con que podemos contar desde el momento mismo en que decidimos trabajar la arcilla, como producción unitaria o masiva.

Otra fortaleza del material deriva de su disponibilidad relativamente alta y, a la vez, en extremo personalizada desde un punto de vista geográfico, lo cual posibilita, ya sea su extracción directa por parte de quien habrá de aplicar su voluntad de forma sobre él (y con ello una importante reducción en los costes de producción), ya sea la explotación de las características únicas derivadas de los componentes del suelo de la localidad de extracción. Esto último, en particular, es razón fundamental por la que los diseñadores cerámicos deben comprender en profundidad las cualidades estructurales del material con el que tratan y los procesos físico-químicos que se desarrollan durante el proceso productivo, de manera no solo de alcanzar un óptimo resultado sino de introducir innovaciones en su campo de aplicación. Las impresoras 3D que usan arcilla en lugar de filamento PLA y los experimentos en el campo de la arquitectura con impresoras 3D gigantes orientadas al campo de la edilicia llevan aún más allá esa necesidad de implicación del profesional, del diseñador, el artesano, el artista, el hacedor en suma, con el material cerámico, de modo a tratar con el software intermediario provistos de conocimiento y seguridad suficientes.

Sin esta visión, sin este impulso de entender en profundidad la materia en que se trabaja, entender sus límites y posibilidades hasta niveles moleculares, si se quiere, sería impensable la fabricación del gres porcelánico de gran formato, en lastras que alcanzan los 300 x 150 cm, o de los porcelanatos técnicos, de gran resistencia a la flexión, por citar sólo dos ejemplos de producción industrial destinada al mercado de la construcción. Ello sin disculpar un ápice a quien trabaja piezas únicas en el torno del propio taller o a quien se aventura en experimentos formales ante la interfaz de un programa de graficación 3D, en las etapas previas a materializar el objeto.

A pesar del actual panorama mercantil, ocupado principalmente por la novedad de los materiales sintéticos y los gadgets de las tecnologías informatizadas, el diseñador que desee adentrarse en el mundo de la cerámica tiene ante sí, hoy día, una gran diversidad de espacios de aplicación de los conocimientos adquiridos, así como una gran variedad de recursos tecnológicos, desde el control de materiales en establecimientos industriales hasta la creación artística autónoma, desde el diseño orientado a la construcción hasta el diseño de prótesis óseas para la medicina, o la investigación en campos que van desde escudos térmicos para la industria aeroespacial hasta la interacción de materiales en tecnología portátil de alta gama (como la aplicación de nanocristales cerámicos en el Ceramic Shield de los iPhone de Apple).

Pero lo fundamental sigue siendo el conocimiento del material, nuestra intimidad con él, nuestro entendimiento del mismo, esta arcilla que nos conforma, este fuego que nos consume, y que acabará por constituir, a su vez, el material de nuestro conocimiento, cerrando así un circulo abierto hace mucho, mucho tiempo. Y que continúa girando. Como la Tierra misma.