Título: “DISEÑO Y CALIDAD EN LA PERSPECTIVA ECONÓMICA CUBANA”

 

Autores:

Elisa T. Yanes
Rafael F. Ruiz

 

Resumen:

La calidad de vida constituye un indicador de desarrollo socioeconómico para un país, pues sin calidad no son -ni pueden serlo- totalmente satisfechas las necesidades de la sociedad.

Hoy en Cuba el mejoramiento de la calidad de vida de la población constituye un problema vital y ocupa un lugar especial entre los numerosos problemas económicos y sociales a solucionar, a partir de la actualización del modelo económico cubano aprobado en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, y refrendado en el VII Congreso, en cuyos Lineamientos de la Política Económica y Social prácticamente se enfoca el tema de la calidad de la producción y los servicios en todos los capítulos que los conforman.

El presente artículo, es un intento de acercarse a la problemática de la calidad de vida en tiempos de gran desarrollo de las fuerzas productivas, impulsadas por los grandes adelantos del progreso científico técnico, y en la cual juega un papel fundamental la actividad del diseño.

Se plantea como objetivo hacer una reflexión sobre la relación que debe y tiene que existir entre la actividad del diseño, la calidad de la producción y los servicios, y la calidad de vida de la población. La importancia de tener en cuenta a la hora de producir los bienes materiales y espirituales que necesita la sociedad cubana para satisfacer sus necesidades, que los mismos respondan a diseños funcionales de gran valor estético y económico.

 

Palabras clave: Diseño, calidad, calidad de vida, eficiencia económica.


 

Introducción:

En el mundo, hace ya bastante tiempo, la calidad de los productos, trabajo y servicios se ha convertido en uno de los principales indicadores del desarrollo socioeconómico de los países, pues sin calidad no son satisfechas -ni pueden serlo- las necesidades crecientes del hombre, de los grupos sociales, ni de la sociedad en su conjunto, así como también en un mundo globalizado no es posible competir con producciones y servicios sin calidad. Por tanto, la elevación de la misma sirve como indicador del perfeccionamiento de la economía y debe ser un objetivo al que prestar cada vez más atención en todo el proceso de actualización del modelo económico cubano.

En los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) (2017), se destacaba su importancia cuando se planteaba: 83. Trabajar para garantizar, por las empresas y entidades vinculadas a la exportación, que todos los bienes y servicios destinados a los mercados internacionales respondan a los más altos estándares de calidad”. Y eso, que se singulariza hacia la exportación, es también extensivo a la producción destinada al consumo interno, así como al resto de los servicios (salud, educación, etc.). Prácticamente en todos los capítulos de los Lineamientos se abordaba el tema de la calidad, lo que es muestra de la importancia que el PCC presta a este asunto.

La calidad de los productos y servicios determina de hecho, y en significativa medida, la calidad de vida, lo cual motiva una lógica reacción cuando la primera baja. Claro está, que los métodos para asegurar una alta calidad no pueden ser eficientes si no forman parte orgánica de los mecanismos de gestión económica y si no están presentes en todo el proceso de producción y comercialización hasta llegar al consumo final. 

El objetivo del presente artículo es hacer una reflexión sobre la relación que debe y tiene que existir entre la actividad del diseño, la calidad de la producción y los servicios, y la calidad de vida de la población. En tal sentido, el diseño es parte indisoluble del proceso que hace posible la realización final, en el consumo, de las mercancías o servicios y, por ello, también determina en la calidad de los mismos.

I. La calidad en la economía socialista.

El desarrollo de las fuerzas productivas históricamente ha creado las premisas para elevar la calidad de la producción de manera incesante, lo cual, por regla general, debe conllevar al surgimiento de productos más útiles, más llamativos desde el punto de vista estético y más duraderos (obviando la conocida “obsolescencia programada” que el capitalismo ha instaurado como filosofía generadora de inmensas ganancias para los monopolios); en fin, productos que encierren en sí mismos una mayor posibilidad de satisfacción de las necesidades, tanto materiales como espirituales de los hombres y mujeres que forman nuestra sociedad.  Si el capitalismo ha basado su estrategia consumista en tratar de atraer cada vez más consumidores mediante la elevación de la calidad de productos y servicios, una economía como la cubana, que no renuncia a su objetivo supremo de ser socialista pese a los obstáculos, las dificultades y cualquier posible retroceso táctico, la calidad en las producciones y servicios debe convertirse en la piedra angular sobre la que descanse el desarrollo socio-económico, donde la calidad de vida de los cubanos tiene que tener un lugar preponderante. El aumento de la calidad es, por consiguiente, un importante factor de la elevación del bienestar de los miembros de la sociedad, del funcionamiento normal del mercado interno y del acrecentamiento de las posibilidades del país para exportar.

Es por eso que, en la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, aprobada por el VII Congreso del PCC (2017), se plantea que: “El incremento sostenible de la producción social y la riqueza es premisa material imprescindible para elevar gradualmente el nivel y calidad de vida, la realización plena del ser humano y sus proyectos  individuales,  familiares  y  colectivos, mediante una justa y equitativa distribución de la riqueza, avanzando en la erradicación de desigualdades ilegítimas.

En las ciencias sociales el concepto de calidad se enfoca, en primer lugar, como una categoría filosófica que señala la determinación esencial del objeto, en virtud de la cual se constituye en un objeto dado. Se hace énfasis en la calidad de las cosas, lo cual permite identificarlas, delimitar su individualidad y distinguirlas de otras.

El concepto de calidad, posee una importancia de principio al ser también una categoría económica relacionada estrechamente con los conceptos de Valor de Uso, Valor, Eficiencia, Ganancia, Salario, Estimulación material, Nivel de vida, y otros.

La calidad se relaciona directamente con el valor de uso, es decir, con el conjunto de propiedades (físicas, químicas y de otro tipo) de un objeto (producto, servicio) para satisfacer necesidades, por tanto, se realiza a través del prisma de las opiniones y gustos del futuro consumidor. En primer lugar, este tiene en cuenta la utilidad del producto como objeto de consumo en todas las direcciones razonables de su uso, establece el grado de correspondencia de las propiedades del producto con los requerimientos hacia estas propiedades. El concepto de calidad del producto se puede formular de forma más racional si se acumulan en él los principios esenciales de la calidad del producto como categoría económica, o sea, la calidad del producto es una medida relativa de la existencia de las propiedades que caracterizan la posibilidad de satisfacer determinados requerimientos, así como el grado de correspondencia de estas propiedades con las demandas del consumidor.

La tarea de determinar la calidad es compleja debido, ante todo, a que esta depende de muchas propiedades del producto. Por eso, al solucionar este problema hay que detectar todo el conjunto de propiedades a través de las cuales se manifiesta; comparar las propiedades existentes con las requeridas; delimitar el grado de correspondencia de dichas propiedades con las exigidas, con los patrones o la medida de diferencia entre esas propiedades y las existentes en ciertos tipos de productos, y sobre esta base, formular un criterio sobre calidad.

No hay duda, en principio, de que es posible establecer la calidad del producto, así como los indicadores de esta que puedan evaluarse. Cuando se dice que algo tiene calidad, se designa un juicio positivo con respecto a las características del objeto; el significado del vocablo calidad en este caso pasa a ser equivalente al significado de los términos excelencia, perfección.

Carlos M. (1973) enfocó la evaluación de la calidad de la siguiente forma: “Debido a que el comprador compra la mercancía no porque esta tenga valor, sino porque ella tiene valor de uso y se utiliza para determinados fines, se sobreentiende que:

1-    Los valores de uso se evalúan, es decir, se investiga su calidad.

2-    Cuando diferentes surtidos de mercancías puedan sustituirse entre sí para los mismos fines de consumo, se le da preferencia a uno u otro surtido”.   

Entre las propiedades que caracterizan la calidad de los productos se incluyen obligatoriamente sus cualidades de explotación, la facilidad de utilización, la existencia de piezas de repuesto, posibilidad y condiciones de traslado y mantenimiento, duración de la vida útil, etc. Además, se hace necesario fijar los indicadores físicos, químicos, técnicos, estéticos y otros, que caracterizan el conjunto de propiedades que se requiere.

Todo este conjunto de indicadores que conforman los parámetros del producto, se puede establecer con la ayuda de equipos y de cálculos, pero también y sobre todo, con la valoración y el trabajo del hombre. Lo que pone de manifiesto que la obtención de la calidad se logra en lo fundamental con la actividad consciente del individuo para lograr este fin.

La actividad realizada por el hombre, encaminada a lograr una nueva calidad de la producción se refleja en la elevación del efecto en la esfera del consumo, el cual aparece lo mismo en el mejoramiento de los parámetros funcionales de las mercancías -dígase su contabilidad, durabilidad-, que en cualidades estéticas. El mejoramiento de la calidad generalmente provoca el aumento de la demanda hacia esa mercancía, y esto, a su vez, la necesidad de elevar los volúmenes de producción.

Por tanto, la obtención de la calidad se ha convertido en un importantísimo objetivo de la producción y los servicios en la actualidad, lo que ha llevado a que sea definida por organizaciones reconocidas y expertos del mundo entero. Si los países  del Primer Mundo, se ven en la necesidad de aportar calidad a sus productos o servicios, ya que solo de esta forma pueden diferenciar esos productos o servicios de otras zonas, y aportan calidad para hacer que sus industrias sean competitivas, entonces una sociedad como la que aspiramos a construir los cubanos, inmersa en un mundo globalizado donde también necesitamos competir con nuestros productos y servicios, y en la cual lo principal debe ser el ser humano, no puede prescindir de la elevación constante de la calidad de lo que se produce.

La diferencia esencial estriba, en opinión de los autores, en que la visión consumista del capitalismo indica que calidad es entregar al cliente no lo que quiere, sino lo que nunca se había imaginado que quería y que una vez que lo obtenga, se dé cuenta que era lo que siempre había querido; para una sociedad que quiere rebasar el subdesarrollo y alcanzar un nivel de vida próspero (que no consumista) basado en un desarrollo sostenible –tal es el caso de la cubana- el objetivo debe ser elevar la calidad como vía de hacer mejor la vida de los miembros de esa sociedad con base en la satisfacción de las necesidades sobre una base de racionalidad y eficiencia.

La racionalidad y la eficiencia en nuestra economía se manifiestan como una necesidad, porque la baja calidad de los productos ocasiona enormes pérdidas a la economía nacional, cuya compensación requiere del desvío de considerables recursos laborables y materiales, así como de gastos de tiempo de trabajo; además también afecta a la población (consumidor), obligada a realizar gastos adicionales en el mantenimiento, reparación y eliminación de los defectos de estos productos, cuando no resulta indispensable descartarlos por completo, lo cual significa una pérdida total. Esto refleja fielmente la importancia de las dimensiones humana y económica de la calidad.

Como la producción y los servicios en el país deben encaminarse a la satisfacción de las necesidades de los miembros de la sociedad cubana, la elevación de su calidad tributa directamente a la calidad de vida de los cubanos. El concepto calidad de vida es un intento integrador por valorar y medir datos y hechos vinculados al bienestar de una población; tiene mucho que ver con los derechos de la misma, a la vez que está permeado de una elevada subjetividad y de la influencia de factores histórico-culturales.

Calidad de vida es un concepto complejo y amplio que abarca el disfrute seguro de la salud y la educación; de una alimentación suficiente y de una vivienda digna; de un medio ambiente estable y sano; de la justicia; de la igualdad entre sexos y razas; de la participación en las responsabilidades de la vida cotidiana; de la dignidad y de la seguridad Castiñeiras R. (2018).   Por tanto, elevar la calidad de todas las producciones (que van desde los alimentos más simples hasta productos más complejos como una vivienda) y de los servicios (educación y salud, principalmente) es una vía para que los ciudadanos perciban que sus necesidades materiales, sociales, psicológicas y espirituales son satisfechas de manera más plena, es decir que objetivamente se eleva su calidad de vida, aun cuando quedan otras aristas y valoraciones que pasan por su subjetividad.

II. El diseño y la calidad de vida

La dirección política de la Revolución nunca ha renunciado, ni en los momentos más difíciles, a la elevación de la calidad de nuestras producciones y servicios, tanto con fines exportadores como para elevar la calidad de vida del pueblo. El comandante Ernesto Che Guevara en épocas tempranas de la Revolución Cubana planteó la necesidad de contar con el control de la calidad, muchos años antes de que se hablara en el mundo de los círculos de calidad de la industria japonesa. Cuando la situación económica del país era más aguda y las posibilidades reales para mantener elevados estándares de calidad parecían muy lejanas, el ya histórico IV Congreso del Partido Comunista de Cuba (1991), estableció en su Resolución sobre el desarrollo económico: “La calidad exige permanentemente atención y renovados esfuerzos”.

Si se analiza todo el proceso de la producción como “vital”, desde el nacimiento hasta que concluye la producción y el empleo, es evidente que por la calidad de los productos responden todos los eslabones que forman un círculo único. En esta larga fila de eslabones o fases concatenadas se encuentra la ciencia, la cual fundamenta el proyecto de creación del nuevo producto. Después la calidad la conforman el proyecto y el diseño, los cuales le dan formas concretas al producto científico. Posteriormente hace su aporte la calidad de la tecnología, la cual determina cómo fabricar los productos, es decir, con ayuda de cuáles procedimientos y con cuáles equipos. Sin duda, la producción, los métodos de ejecución, los trabajos científicos, los de proyecto y diseño, los tecnológicos, así como los de su materialización, desempeñan un papel muy importante, a veces determinante.

En la fase de la producción, la organización de la producción, la disciplina tecnológica y el control por etapas, así como el control final, influyen en la formación de la calidad. Por último, es necesario señalar que la calidad de la producción depende en gran medida de su almacenamiento y transportación, de la entrega al consumidor, es decir, de la esfera de la circulación.

Claro está, en todas las fases (o eslabones) el factor humano tiene gran importancia en el aseguramiento de la calidad. La actitud de creador y productor, el deseo y el interés interno de que el producto de su creación tenga una alta calidad, constituye con frecuencia una condición decisiva para alcanzarla. Así, la calidad de los productos se forma en cada una de las etapas del ciclo vital de los mismos que, en resumidas cuentas, se manifiesta en el consumidor.

A tenor con la importancia de estos aspectos, en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2016-2021, aprobados en el VII Congreso del PCC, se definen tareas para las diferentes ramas productivas del país. Por ejemplo, para una de las que más directamente incide en el bienestar de la población se plantea: “195. Elevar la competitividad de la industria ligera, potenciando los encadenamientos productivos, el diseño y asegurar la gestión de la calidad.” (PCC 2017)

Pero es evidente que a las fases iniciales de investigación, proyecto y diseño les corresponde una gran parte y responsabilidad por la calidad total. Lograr la calidad de diseño implica determinar qué producto y/o servicio producir y cómo hacerlo, así como los materiales que se utilizarán en su realización y los procedimientos para realizarlos. La calidad de diseño es básicamente la adecuación del producto y/o servicio a las necesidades y requerimientos del consumidor; es una planeación a conciencia del producto y/o servicio que se va a ofrecer a la comunidad. Para alcanzar dicha calidad de diseño se deben tomar en cuenta 5 puntos clave:

1.  Segmentar el mercado para identificar el nicho o nichos de mercado al que habrá de dirigirse la producción o servicio.

2.  Realizar la adecuada y completa investigación de mercado para cada nicho al que se encaminará la producción o servicio.

3.  Adecuar el producto o servicio de acuerdo a las necesidades, gustos y preferencias detectadas en la investigación de mercado.

4.  Definir los métodos de producción a utilizar.

5.  Equipar a la organización (empresa, taller, etc.) con los elementos necesarios para la producción del producto o servicio, así como los cursos de capacitación para el personal.

La alta calidad está determinada, sobre todo, por el grado de fundamentación científica del proyecto y del diseño del artículo y por la perfección de la base investigativa de los trabajos. Lo ideal sería que el proyecto se basara en nuevos descubrimientos científicos e invenciones, pero esto no siempre se logra, por motivos de posibilidades, e incluso no siempre es necesario. Lo importante es realizar con eficiencia la investigación científica, como medio para fundamentar el carácter racional de la idea planteada, relacionada con la creación de nuevos productos, desde posiciones técnicas, económicas y sociales renovadoras, y poder satisfacer las demandas de los productos que necesita la población. El diseñador, al crear el diseño sobre la base de las mejores soluciones técnicas y tecnológicas, conforma las premisas de partida de la calidad del artículo.

El diseñador Sergio Peña Martínez acota: “El efecto de estética-usabilidad es el fenómeno en el cual las personas perciben los diseños más atractivos como más fáciles de utilizar en comparación con aquellos diseños menos atractivos.” (Peña, S. (2015)

Existen quienes tratan de ahorrar disminuyendo los gastos en las investigaciones científicas, en los trabajos de prueba y en la comprobación experimental para verificar si los productos poseen las propiedades requeridas. En consecuencia, sacrifican la calidad y a la larga surgen pérdidas que superan el ahorro. Otros utilizan elementos del diseño asimilados hace tiempo, viejas tecnologías, con vista a evitarse preocupaciones excesivas en la asimilación del producto, no tener que buscar nuevos materiales, ni renovar los equipos, pues también a los proyectistas, tecnólogos y diseñadores le es más fácil emplear soluciones conocidas hace tiempo. Y tampoco es posible olvidar que las dificultades materiales, derivadas de las difíciles condiciones del período especial, algunas de las cuales se mantienen en el tiempo, han obstaculizado objetivamente en muchas ocasiones las más atrevidas y revolucionarias soluciones de diseño.

En la medida que las condiciones materiales y financieras mejoren, que den resultado las medidas de la actualización del modelo económico cubano emprendida tras el VI y VII Congresos del PCC, se podrá avanzar más en el perfeccionamiento de la calidad del diseño. Porque si no se eleva de inicio y de manera considerable la calidad de los proyectos, la tecnología y el diseño, no se logrará solucionar el problema de la elevación del nivel técnico y la calidad de la producción, algo que el país necesita como medio de lograr no solo una inserción cada vez más plena en una economía mundial muy competitiva, sino también de alcanzar una sociedad próspera y sustentable, entiéndase con una satisfactoria calidad de vida.

El objetivo de un socialismo próspero y sostenible no solo está ligado a los indicadores de calidad de la producción, sino también a los indicadores de la eficiencia económica social y de la competitividad. Todos esos indicadores deben devenir puntos de referencia de los proyectistas, diseñadores y tecnólogos. Esto quiere decir que existe una relación dialéctica entre Calidad y Eficiencia de la producción, ya que para determinar la primera no solo debe estar presente el grado de perfeccionamiento técnico y tecnológico de los productos y su capacidad para satisfacer necesidades, sino también el nivel de los gastos para lograr estos objetivos. No olvidar que la eficiencia es la relación entre resultados y gastos; por tanto, su elevación se traduce en obtener mayores resultados con iguales o menores gastos, es decir, con reducción del costo de producción unitario.

Existen criterios de que el logro de una elevada calidad condiciona, en muchos casos, el crecimiento de los gastos y que no es posible lograr un nivel superior de calidad con gasto mínimo. Pero, cuando la proporción de defectos es elevada, el diseño no es el mejor y la calidad termina siendo mala, se desperdician materias primas, energía, mano de obra; es pérdida de tiempo y de dinero que va a gravitar sobre el costo. Sin embargo, al reducirse la cantidad de productos defectuosos y venderse la producción totalmente, de forma invariable se producirá una disminución de los costos, aumentará la productividad y la eficiencia. Todo lo cual se traduce en un nivel superior de necesidades satisfechas, es decir, en un cumplimiento más pleno de los intereses sociales, en una mayor calidad de vida.

Los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2016-2021, aprobados en el VII Congreso del PCC (abril 2016), establecen:

24. Alcanzar mayores niveles de productividad y eficiencia en todos los sectores de la economía a partir de elevar el impacto de la ciencia, la tecnología y la innovación en el  desarrollo  económico  y  social,  así  como de la adopción de nuevos patrones de utilización de los factores productivos, modelos gerenciales y de organización de la producción.(PCC 2017)

El Presidente de la República de Cuba, Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez, en sus frecuentes visitas a provincias y centros de trabajo, así como en intervenciones en sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, reuniones del Consejo de Ministros y otros escenarios, ha insistido en la necesidad de elevar no solo la cantidad y calidad de lo producido, sino también que se caracterice por su belleza. (Díaz-Canel, M., 2019)

Entre los derechos y deberes económicos y sociales, propugnados en la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, se le otorga a la belleza de todo lo que se haga en el país un lugar importante: “Se cultiva el gusto por la belleza y la disposición a encontrar respuestas a las necesidades estéticas  y  éticas  cotidianas  en  las  diferentes manifestaciones del diseño, donde se enlazan lo funcional y lo artístico; ajeno a mentalidades y  estereotipos  banalizadores,  discriminatorios y mercantilistas, propios de las sociedades de consumo.” (PCC, 2017)

Esta dependencia entre la eficiencia y la calidad condiciona dos deducciones importantes:

1. El crecimiento de la eficiencia de la producción puede y debe lograrse no solo aumentando el volumen de la producción, sino también elevando su calidad.

El significado económico de esta afirmación está dado porque, al elevarse la calidad, se pueden satisfacer las necesidades de productos con menor cantidad de volumen de los mismos. Por tanto, los indicadores de calidad de la producción, junto con los indicadores de la eficiencia económica social, así como de la competitividad, deben devenir principalmente puntos de referencia de los proyectistas, diseñadores y tecnólogos. Y, como se demostraba antes, desde el inicio del proceso de producción el diseño tiene que jugar un papel cada vez más activo y determinante, por lo que el diseñador no puede perder de vista que su trabajo debe encaminarse a lograr un producto atractivo, útil, competitivo y cuyo costo no sea excesivo. Dicho en otras palabras, debe diseñar con profundo sentido económico.

2. La necesidad de que el ritmo de crecimiento de la calidad supere al de los gastos para la producción de un volumen dado del producto. Por consiguiente, la elevación de la calidad no se debe lograr a cualquier precio, sino ahorrando, economizando, de forma que el crecimiento de la calidad exceda al de los gastos destinados a la calidad. De nuevo el razonamiento lógico nos lleva a la conclusión de que este fin debe estar presente en todos los eslabones de la cadena de producción-comercialización, donde el diseño tiene un lugar importantísimo desde el propio inicio del proceso y viene a materializarse en la realización (comercialización) del producto o servicio.

Conclusiones

La elevación de la calidad en las producciones y servicios debe convertirse en la piedra angular sobre la que descanse el desarrollo socio-económico del país en los marcos de la presente actualización del modelo económico, por lo que debe ocupar un lugar preponderante en el mejoramiento de la calidad de vida de los cubanos. El aumento de la calidad es, por consiguiente, un importante factor del funcionamiento normal del mercado interno, del acrecentamiento de las posibilidades del país para exportar, y de la elevación del bienestar de los miembros de la sociedad que se convierten en mayor calidad de vida en la sociedad.

La calidad de vida es un concepto complejo, abarcador e integrador que comprende todas las áreas de la vida (satisfacción de necesidades materiales, espirituales, sociales, políticas, etc.) y hace referencia tanto a condiciones objetivas como a componentes subjetivos. Es un intento por valorar y medir datos y hechos vinculados al bienestar de una población; tiene mucho que ver con los derechos de la misma, a la vez que está permeado de una elevada subjetividad y de la influencia de factores histórico-culturales.

Al diseño corresponde un importantísimo lugar en todo el proceso de producción y comercialización del producto o servicio. El diseño sobre la base de las mejores soluciones técnicas y tecnológicas, conforma las premisas de partida de la calidad del artículo, lo cual debe hacerse con profundo sentido económico, buscando la elevación constante de la eficiencia económica. Esto se traduce en un nivel superior de necesidades satisfechas, es decir, en un cumplimiento más pleno de los intereses sociales, en una mayor calidad de vida.

 

Referencias bibliográficas

Partido Comunista de Cuba (2017) Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista. Tabloide Documentos del 7mo. Congreso del Partido aprobados por el III Pleno del Comité Central del PCC el 18 de mayo de 2017 y respaldados por la Asamblea Nacional del Poder Popular el 1 de junio de 2017 (I) Pág.4 y 12

Marx. C. (1973) Fundamentos críticos de la economía política, Editorial Ciencias Sociales, La Habana.

Castiñeiras  R. (2018)  Calidad de vida y desarrollo social en Cuba. Ministerio de Economía y Planificación.

Granma (1991) IV Congreso del PCC. Resolución sobre el desarrollo económico del país. Periódico Granma. 17 de octubre de 1991.

Partido Comunista de Cuba (2017) Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2016-2021.En Tabloide Documentos del 7mo. Congreso del Partido aprobados por el III Pleno del Comité Central del PCC el 18 de mayo de 2017 y respaldados por la Asamblea Nacional del Poder Popular el 1 de junio de 2017 (I)  Págs. 24 y 30

Peña, S. (2015) Diseño con sentido. Conferencia Magistral en VIII Congreso Internacional de Diseño “FORMA 2015”. Pág. 5. En Memorias de VIII Congreso Internacional de Diseño. FORMA 2015. Ediciones FORMA, La Habana, 2015. ISBN 9789597182146.

Díaz-Canel, M. (2019) Reunión del Consejo de Ministros. Granma, 2 de febrero de 2019, pág. 2.