Título: Creatividad & Educación
Autor: Diego Slemenson
Este artículo manifiesta la necesidad de que los alumnos de educación universitaria desarrollen hábitos, habilidades blandas y competencias emocionales orientados a construir una visión personal y una misión o plan que los prepare para acceder en óptimas condiciones al entorno laboral al que van a concurrir.
Propone que es tarea de las instituciones educativas incorporar esta formación al currículo académico y tarea de los docentes desarrollarla en el aula.
Plantea que hasta ahora la CREATIVIDAD se ha empleado, en la educación, para desarrollar objetos novedosos, proyectos alternativos y metodologías que favorezcan la búsqueda y organización de ideas. Y pronostica que en un futuro próximo la CREATIVIDAD, esa capacidad para descomponer relatos y re- organizarlos de forma innovadora, será el motor de cambio, que permitirá al estudiante elaborar esa Visión y Misión para planificar su camino de crecimiento profesional.
Palabras clave: creatividad, inteligencia emocional, coach y liderazgo, educación universitaria.
La Creatividad y el Miedo son dos caras de una misma moneda: Sin el Miedo la humanidad no sobreviviría, sin la Creatividad la humanidad no se desarrollaría.
La Creatividad y el Miedo son como dos actores dramáticos que se odian mutuamente: Cuando el Miedo sale a escena la Creatividad se inhibe y se retira. Cuando la Creatividad actúa, el Miedo, simplemente desaparece.
Todos los seres humanos poseemos ambas cualidades de la mente, independientemente de la intensidad con las que intervengan en nuestras vidas. La Creatividad y el Miedo anidan y laten en nuestro subconsciente, por eso nos resulta tan difícil comprender cómo podemos regularlas y/o desarrollarlas.
El objetivo de este artículo es analizar de qué manera podemos desarrollar la creatividad de los estudiantes, en la educación universitaria, para que accedan en óptimas condiciones al mercado laboral.
Sin embargo, tanto si eres estudiante, padre o educador, confío que al leer este artículo encuentres caminos de aprendizaje que te sirvan para hacer de tu vida un lugar más agradable.
No es casualidad que cuando pensamos en CREATIVIDAD pensemos en creatividad artística: La capacidad metafórica de los poetas, las ideas brillantes de los publicistas, la sensibilidad onírica de los músicos.
¿Qué hacen estas gentes que, hablando desde lo conocido, nos descubren mundos nuevos?
J. Kounios y M. Beeman, definen la CREATIVIDAD como “la capacidad para reinterpretar algo, descomponiéndolo y reorganizándolo de forma sorprendente” (Kounios & Beeman, 2016)
En esta idea, la CREATIVIDAD, se define por dos acciones:
1. Descomponer algo, previamente estructurado de cierta manera.
2. Reorganizarlo de forma “sorprendente”
Según lo definido, la CREATIVIDAD no sólo se manifiesta bajo su forma artística:
Habrá CREATIVIDAD allí donde exista la necesidad de descomponer un relato y articularlo de forma “sorprendente”.
Y esto será útil para nuestra valía profesional, para nuestro desarrollo personal, para construir un entramado de relaciones propicias y duraderas y para cualquier emprendimiento que decidamos llevar adelante. Será útil para expandir nuestro autoconocimiento en el presente, y también para construir nuestro futuro y aportar a nuestra comunidad.
Creo que ya todos sabemos que vivimos en un mundo globalizado, hiperconectado y con un desarrollo exponencial de la inteligencia artificial. Un mundo que cambia a velocidad de vértigo y que no sabemos cómo será dentro de poco tiempo.
La educación necesita estar en sintonía con estos cambios, para que los estudiantes puedan incorporarse al mercado laboral. (Piscitelli, 2012)
Hace ya 20 años que dijo la UNESCO en la “Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción”:
“En un mundo en rápido cambio, se percibe la necesidad de una nueva visión y un nuevo modelo de enseñanza superior, que debería estar centrado en el estudiante, lo cual exige (…) reformas en profundidad (…) así como una renovación de los contenidos, métodos, prácticas y medios de transmisión del saber que han de basarse en nuevos tipos de vínculos con los más amplios sectores de la sociedad”. (UNESCO, 1998)
Si ubicamos al acto creativo como opuesto al acto imitativo, piensa de qué lado pondrías las siguientes afirmaciones que escuchamos a diario:
• La educación del futuro ha de ser disruptiva. (Acaso & Megías, 2013)
• En la educación se ha de aprender a aprender.
• La educación ha de ser personalizada.
• La educación ha de ser interactiva, empática, creadora de sinergias.
• La educación ha de ser emocional.
• La educación ha de empoderar al estudiante.
Actualmente los cambios metodológicos que se están aplicando en el currículo educacional entrenan al estudiante:
• En el trabajo por proyectos.
• En el desarrollo de competencias transversales.
• En la inclusión de las tecnologías digitales.
• En la flipped classroom (clase invertida).
• En el trabajo colaborativo.
Los avances educativos se centran en flexibilizar el currículo académico, ofreciendo al estudiante los medios para que se implique personalmente en su aprendizaje y pueda responder de forma creativa a los retos que se le plantean
Pero qué pasa cuando el docente se encuentra con que el alumno:
• No está motivado, ni se motiva con las ofertas que le hacemos.
• No se le ocurren ideas creativas.
• No se lleva bien con los compañeros de su grupo y no trabaja en consonancia a las exigencias del proyecto.
• No considera que los estudios estén en la cima de sus prioridades.
¿Qué más puede significar “un modelo de enseñanza centrado en el estudiante”, que saque al alumno de esta situación de bloqueo?
El planteo que aquí se propone, parte de la base de pensar al alumno como un sujeto, único. Una persona con necesidades propias, miedos, fracasos, incertidumbres, esperanzas y fantasías. Un alumno cuya manera de aprender puede diferir de la de otros compañeros (Gardner & Fernández Everest, 1995)
Pensar la educación desde este punto de vista, implica asumir que mientras el estudiante no se conecte emocionalmente con sus aprendizajes, todo lo que le estamos ofreciendo no serán más que teorías destinadas al hecho cognitivo. Aunque esas teorías las aprenda haciendo, trabajando en equipo y/o pensando en los demás. (López Daltell, 2011)
Cuando el alumno siente que lo que hace le gusta, se encuentra en su elemento: es asertivo y útil, desarrolla emociones positivas y produce de forma creativa. (Robinson, Aronica, & Vaquero Granados, 2014)
“Las emociones positivas abren el foco de nuestra atención y ello posibilita una mayor exploración del entorno, respuestas menos habituales y reflexiones novedosas” (Guillén, 2017)
Durante décadas educamos a los estudiantes para una Sociedad Industrial en desarrollo, según la pirámide de Maslow. (Maslow & Clemente, 1991):
a) Obtén recursos (estudia).
b) Practica (trabaja).
c) Se feliz (autorrealízate)
Mientras el estudiante se mantiene en este eje de pensamiento no está liderando su vida. Depende de la casuística, de lo que le ofrezcan otros, de cosas sobre las que no tiene poder de decisión (como son la seguridad, la pertenencia, el reconocimiento).
En este esquema, la autorrealización es un sueño de futuro que se basa en el paradigma:
Primero TENGO, luego HAGO, luego SOY
Cuando este estudiante termine sus estudios concurrirá al mercado laboral, a buscar lo que dicho mercado le ofrece. Y, probablemente, pase gran parte de su vida considerando que no da todo lo que podría dar, que no es reconocido por lo que vale, etc.
¿Y si invertimos la pirámide? Qué pasaría si el mensaje fuera:
a) Se feliz (estudia lo que te atraiga)
b) Practica (persigue tus sueños)
c) Obtén recursos (vive tu vida)
Aquí pasamos a un paradigma:
Primero SOY, luego HAGO, luego TENGO.
Este paradigma centra al estudiante en una búsqueda de conocimiento desde su persona global. Aprende desde lo que piensa, desde lo que siente y desde lo que anhela. Le permite transitar el currículo flexible que le podemos ofrecer como plataforma, enfocándose en el desarrollo de un perfil estratégico propio.
Este perfil estratégico propio es útil para:
• Consolidar una VISIÓN sobre quién quiere ser y desde dónde quiere aportar a su comunidad.
• Definir en quién necesita convertirse para lograrlo.
• Definir una MISIÓN de lo que quiere alcanzar como profesional.
• Desarrollar las competencias y los recursos necesarios.
• Planificar un posible recorrido.
Esta tarea podemos realizarla ANTES de que el estudiante concluya sus estudios, si es que nos lo planteamos como un objetivo académico.
La volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad de los entornos sociales y laborales en los que se desarrollarán los futuros profesionales, requiere de ellos una mente abierta y una gran capacidad de adaptación. Estas
circunstancias no van reñidas (todo lo contrario) con la necesidad de poseer un perfil estratégico propio. Como un faro que los guie en la búsqueda y ejecución de aquello que aportarán a la comunidad.
Para la construcción de dicho perfil, considero que la educación debe acompañar al estudiante a que conteste las siguientes preguntas:
• ¿Cuál es mi propósito? ¿Dónde puedo imaginarme a mediano y largo plazo?
• ¿Cuáles son mis fortalezas y debilidades? ¿Cómo organizo mi currículo académico apoyándome y desarrollando aquello que sé hacer bien y cómo fortifico mis debilidades, de forma que no me inhiban para avanzar sobre aquello que deseo?
• ¿Qué clase de (diseñador, médico, artista, etc.) aspiro a ser?
• ¿Qué tipo de entornos son los más propicios para el desarrollo y aportación de mis competencias?
• ¿Para qué voy a utilizar los conocimientos que aprendí?
La CREATIVIDAD con la que el alumno responda estas preguntas, condicionará la determinación con la que, al terminar sus estudios salga al entorno laboral a encontrar los socios que le permitan llevar a cabo sus anhelos.
Aunque aquí sostengamos una y mil veces que la letra con miedo no entra…
… “resulta evidente que en el colegio (…) el miedo es un elemento que está presente en toda actividad para mantener cierto nivel de control del sistema. (…) Es fácil deducir que en estudiantes vulnerables hay un corto paso hacia las patologías generadas por el miedo (…) algunos niños se apagan emocionalmente (…) existe un apagón de su ilusión, de su alegría por aprender”. (Mora Teruel, 2015)
Llegamos a la universidad luego de muchos años de haber convivido con el miedo a no ser suficientemente bueno como estudiante, de vivir un día a día donde las notas determinan tu valía, donde la clase es una competición por demostrar quién es mejor que quién.
Los alumnos que llegan a la universidad, han vivido durante largos años esta experiencia compleja y muchas veces angustiante: La escuela les quita el autorrespeto y lo pone en mano de sus tutores. (Forés & Grané, 2008)
Cuando nos acercamos al final de los estudios universitarios, lo que impera es el miedo a demostrarnos de lo que somos capaces, miedo al entorno laboral, al futuro. (Medellín, 2007)
La pregunta que surge al proponer la CREATIVIDAD como motor de cambio en la enseñanza universitaria es: ¿Por dónde comenzar?
La presencia, ¿cuánto existes para los demás?
Según mi propuesta, la primera tarea del docente al abordar un proceso educativo, consiste en sacar al alumno del anonimato. Hacerlo visible, exponerlo desde su luminosidad.
Muchos alumnos vienen a clase conectados, fundamentalmente, consigo mismos. Están en la clase, pero desconectados de la realidad que les rodea. Realizan la tarea bajo mínimos, reflexionan de forma individual y no interactúan con sus compañeros.
Otros alumnos participan activamente de las propuestas que reciben, interactúan con sus compañeros, les gusta trabajar en equipo, pero están desconectados de su ser. Funcionan con el piloto automático. Dependen de los demás para dar sentido a lo que hacen.
El docente ha de estimular a los alumnos para que compartan, para que sean donantes de conocimiento y para que lo hagan desde y con sus 5 sentidos (Cubeiro, 2012)
Para que la clase se active y se produzcan sinergias creativas, los alumnos han de tener una presencia transformadora. El docente contribuye a crear este clima de transformación desafiando a sus alumnos.
M. Subirana resume, en este párrafo, el mensaje que quiero transmitir:
“Construye tu presencia siendo valiente hasta que la valentía sea un hábito que forme parte de ti (…) Atrévete a romper barreras, a abrir corazas, a derribar muros, a romper estructuras para llegar a lo más profundo de ti mismo, a lo que realmente eres” (Subirana, 2012)
El docente debe inspirar a los alumnos en el desafío de atreverse. Cuando propone un proyecto debe acompañarlo con un:
• Atrévete a soñar,
• Atrévete a confiar en ti mismo y en tus compañeros,
• Atrévete a compartir y cooperar,
• Atrévete a perder el rumbo,
• Atrévete a pensar de forma diferente, • Atrévete a sentir y a expresarlo,
• Atrévete a fracasar, a cambiar.
• Atrévete a brillar.
El docente que contagia su alegría por el aprendizaje, que aprecia y confía en sus alumnos, que los acompaña a ser visibles y a manifestar su presencia transformadora, es un docente que empodera al estudiante en la construcción de su propia Visión y Misión.
Reclamar la presencia de tus alumnos es volverlos visibles, darles voz y apreciar sus sentimientos. Llena tu clase de presencias y sus voces serán un torrente de creatividad en sus proyectos.
Uno de los pilares del liderazgo consiste en aceptar que los cambios se producen desde dentro hacia afuera. (Covey, 2015)
No es extraño constatar que un alumno, que pasa anónimamente por sus aprendizajes, no sepa qué es lo que quiere, que le cueste implicarse en los proyectos, le cueste aventurar opiniones y que prefiera que el docente (desde su lugar de supuesto saber) le diga lo que está bien y lo que está mal. (Herran Gascón, 2004)
La segunda tarea del docente para desarrollar la creatividad, según mi propuesta, consiste en poner de pie al alumno.
Cuando el estudiante se ve bloqueado y necesita enfrentarse a desafíos donde la creatividad entra en juego, suele dejarse influenciar por sus creencias limitantes y se inhibe para la tarea.
Para que entendamos mejor a lo que me refiero, vamos a separar tres niveles importantes en la definición que tenemos de nosotros mismos: (Naugthon, 2017)
1. Yo soy lo que yo valoro: los principios que nos guían, aquello que nos inspira a dar lo mejor de nosotros. Principios como la integridad, la justicia, el respeto, etc.
2. Yo soy lo que soy capaz: las habilidades y competencias que nos sirven para vivir. Lo que nos permite actuar con asertividad, aquello que sabemos hacer bien.
3. Yo soy lo que quiero mejorar: nuestras aspiraciones, aquello que ansiamos conseguir, aquello que queremos mejorar.
En este nivel (el 3) solemos anidar nuestras frustraciones, las comparaciones con los demás y la queja por aquello que no nos está funcionando como quisiéramos que funcione.
Cuando el alumno no se involucra en los proyectos que el aprendizaje le propone y que podría suponerle un crecimiento personal, normalmente se debe a que se ha quedado atrapado en el tercer nivel.
Por eso afirmo que, si la primera tarea del docente es sacarlo del anonimato, la segunda es ponerlo de pie, acompañándolo y favoreciendo a que se instale en los dos primeros niveles de su definición.
En la medida en que el alumno se conecta con el repertorio de aprendizajes construidos a lo largo de su vida (lo que valora y lo que sabe hacer), puede apoyarse en sus fortalezas y transformar las interpretaciones limitantes en otras que le son posibilitadoras. (Gomà, 2018)
El clima de confianza y entusiasmo que se va generando en una clase donde los alumnos están presentes, ayuda a los estudiantes a expresarse mediante sus definiciones posibilitadoras y no interrumpen su energía creativa.
El aprendizaje significativo, la transformación, se produce cuando el alumno consigue vivir sus desafíos siendo fiel a la experiencia que está viviendo y no a la interpretación limitante que hace de la misma.
Cuando los alumnos están presentes y conectados desde su valía, la tercera tarea del docente es fomentar en ellos la proactividad. No voy a explayarme en cómo lo hace el docente, porque hay abundante bibliografía acerca del rol de facilitador que debe asumir. En este artículo nos centraremos únicamente en el estudiante. (Amat, 2002)
La proactividad es “La elección personal ante un conjunto de circunstancias para decidir el propio camino (…) Y es esta libertad (…) la que hace que la vida tenga sentido y propósito” (Frankl, 2012)
Y para completar la reflexión: “Siempre que pensemos que el problema está “ahí fuera”, este pensamiento es el problema, porque otorgamos a algo que está fuera el poder de controlarnos (…) Los compromisos con nosotros mismos y con los demás y la integridad con que los mantenemos, son la esencia de la proactividad” (Covey, 2015)
Para un estudiante, ser proactivo, significa reconocer SU responsabilidad de hacer que las cosas sucedan (empoderarse).
Cuando los estudiantes concluyen los estudios y concurren a buscar trabajo, pasan por entrevistas de selección y test psicotécnicos en los que se miden si están preparados para desarrollar las tareas requeridas por el empleador.
Probablemente les midan, en este orden:
1) Si encajarán con la cultura de la empresa.
2) Si se adaptarán a su puesto/equipo de trabajo.
3) Si tiene los conocimientos requeridos.
“Aunque los estudiantes son inteligentes en sus habilidades técnicas (…) les resulta difícil obtener oportunidades de empleo debido a la escasez de soft skills (habilidades blandas)”. (Professor M. S. Rao., 2012)
¿No os resulta extraño que no exista en las carreras universitarias ninguna preparación sobre COACHING Y LIDERAZGO?
Otra cosa: Desde pequeños, en el colegio, nos enseñan a construir relatos (leer, escribir, aprender la lengua, hacer redacciones) también a resolver problemas (calcular, usar la lógica, aplicar fórmulas) pero… ¿En qué asignaturas nos enseñan cómo plantear los problemas?
Plantear el problema de forma errónea, muchas veces, suele ser el problema principal. Aprender a plantear problemas es una competencia a desarrollar. Acompañar al alumno en el desarrollo de esta competencia es la cuarta tarea del docente.
En la educación universitaria pasamos de largo por la necesidad de entrenar la inteligencia emocional, renunciando a tomar en cuenta nociones básicas sobre cómo somos y cómo gestionamos nuestras emociones. (Goleman, 1996)
No es de es de extrañar que, con unos aprendizajes emocionales TAN POCO centrados en el estudiante, la vida los sorprenda sin nociones básicas de autoconocimiento y con una casi nula capacidad de resolución de problemas (Sanches Rossini, 2008)
El gran reto de todo proceso de aprendizaje radica, no en adquirir los recursos y los conocimientos, sino en metabolizarlos y convertirlos en útiles para nuestros fines. (Martín García & Puig Rovira, 2007)
Según nuestra propuesta, cuando nos referimos a los estudios que coronan 20 años de aprendizajes y que nos otorgan la titulación que nos valida como profesionales, convertirlos en útiles para nuestros fines incluye, necesariamente, construir una VISIÓN y una MISIÓN. Aquello que la persona aspira a largo plazo y en quién se convertirá para conseguirlo.
Si no nos hacemos responsables de construir nuestra VISIÓN “estamos permitiendo por omisión que otras personas y las circunstancias que están fuera de nuestro Círculo de Influencia, den forma a gran parte de nuestra vida” (Covey, 2015)
La Visión que el estudiante construya de su sino profesional, será su inspiración para mantenerse firme en la búsqueda de sus fines. La falta de experiencia y un entorno laboral y social complejos, son un peligro que puede hacer tambalear el resultado de décadas de esfuerzo en los estudios. (Perkins, 2003)
D. Goleman es categórico al respecto al afirmar que: “Cuando las personas se alejan de una visión inspiradora, aparece la pura supervivencia, como si la opresión obstaculizase la creatividad, hasta el punto de llegar a sofocarla” (Goleman, Boyatzis, & McKee, 2012)
Así que vuelvo a la pregunta: Si el tema de la Visión está tan claro en el mundo de las organizaciones, al que aspiran incorporarse la inmensa mayoría de nuestros estudiantes, ¿por qué no lo incorporamos a la enseñanza?
También es fundamental para el estudiante clarificar qué es lo que va a hacer para alcanzar este propósito. Para construir el ENUNCIADO DE LA MISIÓN el estudiante necesita focalizarse en lo que quiere ser (y en cómo forjará su carácter), se focaliza en lo qué quiere hacer (y cuáles serán las aportaciones y logros que desea trasladar a su comunidad) y cuáles serán los valores y principios que lo guían.
La quinta tarea del docente, consiste en acompañar al estudiante en la búsqueda de su Visión y Misión como profesional.
Si aspiramos a que la CREATIVIDAD sea una herramienta de transformación y guíe el aprendizaje de los alumnos, el docente ha de fomentar en sus estudiantes las siguientes fases de crecimiento personal:
1. Sacar al alumno del anonimato y dejar que su presencia transformadora sea parte del clima de confianza apropiado para el desarrollo de la labor creativa.
2. Conectar al alumno con sus fortalezas para que sus aportaciones formen parte de las sinergias que se generen en clase.
3. Fomentar la proactividad para que los estudiantes se empoderen de sus aprendizajes.
4. Enseñar a poner foco en la reformulación de problemas, para conseguir resultados
“sorprendentes”.
5. Acompañar al estudiante en la búsqueda de su Visión y en la elaboración de un Enunciado de Misión.
Quisiera remarcar que, terminar los estudios con una Visión del perfil personal estratégico y un Enunciado de Misión para construir un plan de objetivos estratégicos, otorga al estudiante una poderosa herramienta para centrarse en su propósito y no perder el rumbo frente a las trabas que el futuro le depare en la incorporación a su vida laboral y social.
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