Título: EL ARTE DE LA INTEGRACIÓN SOCIAL

Autor: Ana Valverde Correal

 

Cuando inicié en Bellas Artes pensé que renunciaba a explorar mi otra pasión: lo social.

Varios años después y con unos cuantos puestos de trabajo como diseñadora gráfica, empecé a estudiar Integración Social. Es aquí donde nació uno de los proyectos que prueban que la unión entre el mundo artístico y el social es posible. Con el objeto de sensibilizar y concienciar sobre los beneficios de una educación inclusiva y la necesaria adaptación de los colegios para conseguirla, pusimos en marcha mi compañero Javier Barca y yo Mi nuevo mundo mágico, un pequeño libro ilustrado que relata la historia de dos hermanos (uno con discapacidad física y otro autista) que inician las clases en un colegio adaptado. (Figura 1).

Figura 1.

El libro trata un tema sensible y está especialmente dirigido a niños, por lo que he creído importante darle un aire íntimo y de manufactura a los dibujos. Para ello, desoyendo todas las normas que relacionan colores vivos y niños, he hecho uso de una gama pastel, homogénea y algo decadente. Se trata de una obra que apela a la sensibilidad y empatía de quien la lee, luego la renuncia a altos contrastes y tonalidades primarias queda, a mi parecer, justificada.

Las imágenes llevan un tono simpático y cartoon pues el tema pretende abordarse desde una perspectiva infantil, alegre y esperanzadora.

Pequeños detalles como las gafas verdes que lleva uno de los personajes pueden parecer una nimiedad, pero para mí hacen la diferencia (las gafas verdes con respecto a la integración son lo mismo que las violetas a la violencia de género. Ponerse las gafas verdes equivale a una nueva forma de mirar, más crítica, más concienciada, más integradora). Estos detalles actúan como hilo conductor de las ideas que se quieren transmitir y que, ante ojos expertos o curiosos, tendrán su efecto.

Al margen del estilo (que como ilustradora es en lo primero que pienso), de inicio hay que tener en cuenta el formato y número de páginas, así como el modo de distribución. En este caso el formato se concibió cuadrado pues lo consideré más amable y manejable para el público infantil. Pero de no haber tenido definidos los parámetros de forma, cualquier modificación posterior hubiera repercutido en las ilustraciones.

Por ejemplo, según la editorial se trabajan unos formatos u otros; de hecho, el formato cuadrado es el menos frecuente, siendo el más recomendable el apaisado (A4 o inferiores) y el vertical. Las razones vienen dadas por un mejor aprovechamiento del papel al imprimir, así como por las dimensiones de las máquinas usadas.

Decía antes que la numeración también es importante; se recomienda un número de páginas que sea múltiplo de 4 (8, 16, 44…). La razón se basa, de nuevo, en la funcionalidad de los pliegos en la imprenta. Cuanto antes se esclarezcan estos puntos mejor desempeño tendremos al realizar las ilustraciones y menos correcciones habrá que hacer.

No contar con los elementos básicos de un libro, como son el lomo, la guarda, las solapas o la portadilla, puede hacernos bailar las hojas en número y esto impactará en el modo en el que hemos dividido las ilustraciones. (Figura 2).

Las partes de un libro         

Figura 2. Partes de un libro. Enero 13, 2020. Por Tregolam.

Por ejemplo, Mi nuevo mundo mágico es un trabajo colaborativo sin muchas directrices técnicas previas, por lo que mi modo de trabajar ha sido el siguiente: recibo el texto, lo leo completo y dejo que el tono y la intención del mismo penetren mi pensamiento, dejo pasar un rato y me voy imaginando escenas sueltas. Casi siempre las primeras que se me ocurren son las más esplendidas, la portada o la escena final o cualquier otro acto descrito que me llame especialmente la atención.

Cuando ya tengo la idea general hago una ilustración y la comparto con el autor; una vez tengo el visto bueno divido las escenas o páginas que tiene el manuscrito inicial y, contando con los elementos básicos del libro, trato de ajustar la secuencia de las ilustraciones con el número de páginas pues, desde el inicio, sabíamos que el proyecto pasaría por una editorial y, por tanto, se imprimiría. Si fuera un proyecto más cerrado, donde ya se indicasen el número de páginas e incluso las ilustraciones exactas, bastaría con realizar el trabajo según lo solicitado. Sin embargo, este no ha sido el caso, lo cual nos ha obligado a hacer algunas correcciones por el camino.

A mi juicio ha quedado la disposición de las ilustraciones y la división del texto, por ejemplo:

—Los chicos llegan a su nuevo colegio. No saben lo que les espera ¡pero seguro que es una gran aventura! (Figuras 3 y 4).

 

 

 

 

 

 

 

Figura 3.                                                                          Figura 4.

 

En cualquier tipo de trabajo digital es importante mantener el conjunto lo más editable posible, pero en lo referente al diseño y la ilustración, ello se vuelve vital. Es posible que de pronto necesitemos algunas ideas pasadas o cambiar algún elemento, además, muchas obras pueden servir para merchandising, extras o publicidad. En estrecha relación con la edición se encuentra la organización de capas. Resulta importantísimo separar y nombrar todos los elementos; puede parecer tedioso, pero en caso de tener que modificar algo ya sea por voluntad propia o petición ajena (ocurre mucho) nos ahorraremos trabajo y el nombre agilizará la acción. Lo mismo sucede con los archivos guardados; ha de establecerse una nomenclatura clara que evite equívocos, además, hay que dejar bien definido qué versiones son las finales, para lo cual es muy útil incluir la fecha de cada modificación.

Por otro lado, y lejos de proyectos y libros, quisiera mencionar la relevancia que tiene el arte a la hora de intervenir con colectivos vulnerables. La experiencia de trabajar los colores, texturas, acabados, etc., resulta sumamente beneficiosa no solo para crear un espacio de ocio y evadirse, sino también para sentirse útil y potenciar la autoestima. Aunque la mayor parte de los estudios de arteterapia provienen de Estados Unidos, hay otros gestados en Latinoamérica y España como “Arteterapia y educación artística para la inclusión social. Javier Hauser Dacer”, “Asociación chilena de Arte Terapia” o la propuesta del Museo Thyssen de Madrid, “Arteterapia, museos y diversidad”, que pretende mezclar la cultura, el arte y la inserción laboral.

En el Centro de Rehabilitación Psicosocial en el que estoy trabajando una de las usuarias, diagnosticada con esquizofrenia paranoide, hizo una exposición organizada por Comisiones Obreras y Las trece rosas del ciclo: Arte, mujeres y enfermedad mental. La exposición no solo era una progresión inédita de imágenes realizadas por “una enferma", era un espacio, un punto de encuentro donde artista y público podían dialogar en un ambiente normalizado, integrado en la realidad artística. (Figura 5).

Figura 5.

 

Aunque todos aquellos que tenemos inquietudes artísticas sabemos lo difícil que es encontrar un sitio, creo que sería muy beneficioso utilizar el arte, en cualquiera de sus formas, no solo para sensibilizar (como veíamos antes), sino también como una vía de inserción sociolaboral, colocando el arte, la cultura y la igualdad donde corresponden. A la cabeza.

Ana Valverde Correal