Vínculos entre tecnologías y construcciones sociales desde el diseño.

 

 Mg DI Andrea R. Wengrowicz

 

 

Resumen:

El presente artículo tributa al trabajo de tesis en proceso de escritura para alcanzar el doctorado en Diseño en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, el cual trata acerca de las tecnologías como puentes entre los sistemas de representación y de percepción en la didáctica y génesis del proyecto de diseño de productos. Aquí se indagará y discutirá acerca de algunas cuestiones relacionadas con la perspectiva de diversidad de género y diversidad funcional o discapacidad, desde un enfoque interseccional, y se reflexionará sobre cómo se relacionan con las tecnologías en el diseño industrial.

 

Palabras Clave: diseño industrial, diversidad de género, discapacidad, tecnologías.

 

 

Los orígenes del diseño industrial y su enseñanza

A partir de la primera Exposición Internacional realizada en Londres en 1851 se dio a conocer la producción industrial de todos los países, pero también se hizo evidente la falta de armonía en los productos industriales y en los de uso cotidiano. Esto provocó una reacción general de búsqueda de soluciones para los problemas de relaciones entre arte, estética e industria desde el proceso de diseño. A raíz de ello se asoció el origen del diseño industrial a la gran exposición de Londres, al surgir como dilema la necesidad de ocuparse del diseño de los objetos antes de producirlos. Los productos expuestos, si bien eran innovadores en cuanto a sus métodos de producción, carecían de lo fundamental: no eran ni funcionales ni estéticos. Frente a aquel despliegue de objetos feos e inútiles surgió una corriente de pensamiento, encabezada por los reformadores británicos, que inició el debate sobre el diseño para la industria que marcaría el devenir de los años posteriores. Esta exhibición englobó, simbolizó e inició la mirada del ser humano hacia el progreso y la modernidad.

La Central School of Arts and Design se fundó en 1896 impulsada por el diseñador textil William Morris, padre del movimiento Arts & Crafts. Esta escuela, ubicada en Londres y considerada como una de las primeras de diseño en el mundo, promulgaba el retorno a las técnicas de producción artesanales y oficios medievales, en claro enfrentamiento a la prominente industrialización. Con gran ambición la escuela abarcaba materias que iban desde el diseño a la arquitectura, y no se limitaba a las enseñanzas prácticas, sino que incluía conceptos como la moral y la filosofía. A pesar de que su estilo, muy inspirado en la naturaleza, acabaría siendo sustituido años después, la preocupación por lo doméstico y lo cotidiano sería común en corrientes posteriores.


A principios del siglo xx surgieron algunas manifestaciones que argumentaban, como en el caso del arquitecto Loos, que la evolución cultural equivalía a la eliminación de ornamento del objeto visual, del objeto de uso cotidiano. Al ampliar esta idea sostenía que “la carencia de ornamento ha conducido a las demás artes a una altura imprevista”. Con énfasis subrayaba que “los objetos ornamentados producen un efecto antiestético, sobre todo cuando se realizaron con el mejor material y con el máximo cuidado, y requirieron mucho tiempo de trabajo” (Loos, 1908, pp. 5 y 6). Estas ideas marcarían parte del camino hacia la Bauhaus, la forma moderna y una nueva interpretación estética.

En su ensayo Loos critica elementos como las tazas o zapatos llenos de adorno y los define como algo primitivo, degenerado, erótico y femenino. En esa época se hacía alusión al diseño de los hombres como audaz, acertado y calculado, mientras que el diseño de la mujer se presentaba como débil, espontáneo o con falta de racionalidad. En este sentido las habilidades de la mujer no se consideraban apropiadas para la función del diseño, lo que evidenciaba su exclusión.

Desde esta perspectiva moderna Zambrini (2014, p. 45) considera que el género era entendido como una categoría natural, cerrada e inmóvil, y que el binomio femenino/masculino, además de ser excluyente, también contemplaba jerarquías en su interior. Lo masculino definido como dominante relegó a lo femenino como una categoría inferior ya que lo masculino estaba asociado a lo productivo, al poder, la racionalidad, la fuerza y lo público. En cambio, lo femenino se enlazaba con la reproducción, lo débil, las emociones y lo privado.

En 1919 en Weimar, Alemania, el arquitecto alemán Walter Gropius fundó la Bauhaus, la escuela más reconocida de diseño. Creía que solo se podía acabar con la sociedad burguesa del momento a través de una nueva sensibilidad artística y para ello había que cambiar la manera en la que dicho arte se enseñaba. A ella se le debe la existencia de las profesiones de diseñador industrial y diseñador gráfico tal y como hoy se conocen.

En la revista Das Werk, de Zurich, Hannes Mayer, quien fuera el director de la Bauhaus en 1926, planteaba que “al estar librados de los ornamentos del arte aplicado, se llega a una nueva era con las ferias industriales, los aeropuertos, las sillas y muebles para oficinas, en tanto los productos estandarizados son el resultado de la fórmula: la función multiplicada por la economía” (Hervés y Heras, 2014, p.189). El movimiento moderno, al decir de Zambrini (2019, p.195), “impuso un conjunto de principios y lenguajes arquitectónicos, que rompieron con las concepciones clásicas de los espacios, las formas compositivas y estéticas de la época”, que además trascendieron en otras áreas del diseño. Se apelaba a la economía de la forma en virtud del predominio del concepto de estructura, las geométricas elementales y los colores primarios, entendiendo de este modo que la buena forma estaba asociada a la funcionalidad, a la eliminación de adornos y a la factibilidad productiva a nivel industrial. Había un enfoque en la neutralidad de las formas y en los espacios ideales y, citando a Lucena,este contexto histórico apostaba por la universalidad de las formas y la estandarización de los objetos con el objetivo de modernizar el mundo a través de la fusión del arte y el diseño” (Zambrini, 2019, p.199).

A partir de este movimiento pueden considerarse algunas relaciones tales como: artesanía y arte; diseño e industria; técnica y estética; arte y tecnología; forma y función; forma y significado. Sin embargo, también comienzan a visualizarse algunas cuestiones, como se ha venido señalando, relacionadas con las desigualdades entre hombre/mujer. Según relata Hervés y Heras (2014, p. 331) en su tesis doctoral, el doctor Marañón, un médico español muy reconocido en los años de 1920, definió que la mujer estaba constituida para la maternidad y sus grandes estímulos sensitivos y emocionales la hacían poco dispuesta para la labor abstracta y creadora (en el promedio de los casos), además de que su organismo no poseía aptitud para la lucha en el medio, es decir, para la actuación social. En cambio, el hombre estaba dotado para trabajar físicamente y para resistir con tenacidad la fatiga corporal, y como su sistema nervioso lo hacía menos sensible en lo afectivo, era más apto para la creación mental. Desde esta mirada la anatomía y fisiología masculina permitían participar en la lucha con el medio y la actuación social. También en esta línea de pensamiento se planteaba que las mujeres eran aptas para la enseñanza, el estudio y cuidado de los enfermos, el trabajo en oficinas o en laboratorios, trabajos minuciosos que requerían paciencia y habilidad manual con poco gasto de energía, tensión muscular y nerviosa, así como poca inventiva.

Helene Nonné-Schmidt, una estudiante entrevistada en 1926, dijo quela mujer que se dedica a trabajos de tipo artístico actúa en general y con mayor éxito en el ámbito de las superficies bidimensionales. Ello se debe a que le falta la fuerza de la representación espacial, que es peculiar en el hombre naturalmente”. Hervés y Heras recuperó en su investigación un artículo sobre tejidos que escribió en 1931 Gunta Stölzl, maestra de la Bauhaus, donde planteó que “el tejido es sobre todo el campo de la mujer. El manejo de colores y formas, una elevada sensibilidad material fuertemente intuitiva y con una gran capacidad de adaptación, un pensamiento más rítmico que lógico. Son atributos femeninos para inferir creatividad en el ámbito textil”. (p. 341 y 343). Los lugares de las mujeres eran cuestionados: dónde podían trabajar o en qué talleres participar.

El inicio del diseño industrial como disciplina, según Noguer (2019), se suele ubicar a finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando aquella surgió para dar respuesta a la necesidad de desarrollar innovaciones para la actividad bélica y hacer rentables las industrias. Con la expansión del capitalismo y el desarrollo tecnológico el diseño industrial se convirtió en una herramienta política que mostraba una América moderna, desarrollada, avanzada y poderosa. Señalaba que Estados Unidos podía transformar los residuos de la industria bélica en los objetos principales de una industria doméstica. Desde la perspectiva de esta autora, mientras que la Primera Guerra Mundial había obligado a la mujer a salir de su casa y a asumir posiciones y actividades que anteriormente fueron atribuidas al varón, el modelo de la década del cincuenta le exigía que volviera al espacio doméstico, siendo ahora un contexto moderno, tecnológico y de confort familiar. El rol de la fémina estaría enmarcado entonces en un entorno de electrodomésticos que la ayudarían a mejorar su calidad de vida y la de su familia. Era un contexto hecho por los hombres, pero pensado para ser consumido a diario por las mujeres ya que el diseño industrial las excluía del proceso productivo, no así el diseño de artesanías (que no era considerado estratégicamente interesante para la economía).

Las creaciones de las mujeres tenían funciones domésticas y no mercantiles, ya que sus habilidades creativas eran consideradas como productoras de artes decorativas. Sin embargo, con la publicación del libro Woman made: Great women designers la arquitecta y autora británica Jane Hall (2021) mostró que desde principios del siglo xx las mujeres han hecho un valioso trabajo en el mundo del diseño —si bien sus esfuerzos en general se han invisibilizado y quedado a la sombra de sus pares masculinos debido a la naturaleza patriarcal en la arquitectura— y puso de relieve obras que han tenido un gran impacto en la historia del mismo.

La exclusión de las mujeres no fue la única. También ocurrió igual con las personas en situación de discapacidad de la actividad productiva. Eran consideradas personas pasivas que no podían generar trabajo ni ingresos para la sociedad. De hecho, muchos productos que se desarrollaron en la segunda posguerra eran ortopédicos o prótesis para los veteranos de las batallas que habían adquirido alguna discapacidad. El modelo que regía en ese momento era el médico-rehabilitador, que justificaba las causas de manera científica y consideraba a la persona con discapacidad en términos de salud y enfermedad. Luego de los años sesenta fue cambiando el paradigma para dar paso al inicio del modelo social de la discapacidad, y ya en los años setenta se comenzó a hablar del diseño para todos o diseño universal. Así, se dejó de considerar a este colectivo como inútiles con respecto a las necesidades de la comunidad y se reconoció el aporte que podían realizar al ser “rehabilitadas” o “normalizadas”. Este modelo permaneció vigente prácticamente hasta finales del siglo xx.

En este sentido puede pensarse en la dualidad inclusión/exclusión al considerar el pensamiento de Goffman, que recuperó Zambrini (2009, p.10), donde planteó que la sociedad categorizaba a sus miembros a partir de ciertos atributos considerados normales, que operaban en formas de expectativas normativas de las conductas. Cuando la presentación de la persona no concuerda con las expectativas sociales se propicia a que aparezcan el estigma y la sanción social. Actualmente continúa la construcción del modelo social de la discapacidad desde una perspectiva de diversidad funcional, derivado fundamentalmente de aplicar los derechos humanos y de no considerar a la persona como discapacitada, sino, más bien, pensar el entorno como discapacitante. Desde esta perspectiva las causas que originan la discapacidad no provienen del individuo, sino que son sociales. Además, se ha ido consolidando el modelo social con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada en diciembre de 2006 por la Onu. De este modo se busca asegurar que las necesidades de las personas con discapacidad sean tenidas en cuenta dentro de la organización social a través de medidas trasversales y desde diversas ópticas.

 

Tensiones sobre el diseño universal

Zambrini (2019, p.145) plantea que la noción de neutralidad ha provocado un debate notorio en la historia del diseño y de la arquitectura moderna. Sostiene que ha cobrado un particular protagonismo a inicios del siglo xx con la apuesta por la universalización de las formas, los espacios y los objetos dados por la innovación de los lenguajes compositivos y estéticos del movimiento moderno. Esta autora manifiesta un proceso complejo de la modernidad que está orientado a producir sujetos normales heterosexuales y que la homosexualidad es reconocida como un tabú o una desviación, en términos de Becker (Zambrini, 2009, p. 9); y recupera la idea de Foucault (1990) cuando plantea que el género como tecnología determina los modos de tipificar los cuerpos de las personas y de interpretar lo social. También destaca la idea de normalidad de los sujetos y sus cuerpos basada en la operación clasificatoria donde se ejerce la presión de la norma. De este modo cuestiona la noción de neutralidad como construcción social, así como también indagar acerca de la diversidad como un hecho social.

En línea con lo anterior, desde la modernidad industrial y lo masculino como norma se plantea el diseño universal. Sin embargo, debe entenderse que tiene diferentes acepciones, que no siempre están relacionadas con la fabricación universal basada en los estereotipos, en la hegemonía ni en una producción estandarizada. Se trata más bien del diseño que surge como respuesta a la equidad y flexibilidad de uso, que contemple las diversidades y, de esta manera, que resulte funcional para todas las personas sin ningún tipo de discriminación.

En la actualidad se observa que existen nuevas formas de trabajar en diseño: se deja de lado la importancia de saber quién está diseñando y fabricando las piezas, ya que la globalización y las posibilidades de las tecnologías en redes de expansión invisibilizan a quien está detrás del diseño y de la producción. Pueden ser personas individuales o que trabajan en equipo, pueden ser varones, mujeres, personas trans, jóvenes, adultos, personas en situación de discapacidad que cuentan con elementos de apoyo, se desconoce, es decir, hay cierto grado de anonimato. Existen productos diseñados en un continente y que son fabricados en otro. Al estar conectados permanentemente la producción no se interrumpe y los productos son universales, son iguales para todos los países, salvo algunos casos donde se pueden adaptar los diseños a las necesidades y deseos del público y mercado local. Además, aquí se pone en tensión la idea de no solo estandarizar los productos sino también a los usuarios que van a consumir los mismos, al pensar que las personas van a poder acceder a ellos y a usarlos sin inconvenientes porque todos somos iguales. Sin embargo, esto es cuestionable.

El diseño universal fue un concepto desarrollado por el arquitecto norteamericano Ron Mace en la década de 1970, el cual planteaba un estándar de uso para todas las personas. Se refería a la creación de productos y entornos pensados y diseñados de modo tal que fueran utilizables por las personas en la mayor medida posible sin necesidad de que se adaptasen o fueran especiales para cada tipo de usuario o usuaria. El objetivo era simplificar la vida al hacer que los productos, las comunicaciones y el entorno construido por el hombre fuesen más flexibles, contasen con diversos recursos y resultasen factibles de ser utilizados por la mayor cantidad posible de la población con un costo nulo o mínimo. Es decir, si se piensa en las problemáticas y necesidades de las personas con discapacidad se logra diseñar de un modo accesible para ellas, pero a la vez esas soluciones serán accesibles y disfrutables para el resto de la población. El diseño universal beneficia e incluye a las personas de todas las edades y capacidades. En cambio, el diseño estándar, en términos de Coriat (2011, p. 272), es aquel que tiene una gran difusión y fabricación masiva de acuerdo con determinados tipos o modelos, considerando a la población media y destinados a grandes grupos humanos, reduciendo los costos. Desde esta perspectiva es importante reconocer la diversidad poblacional y considerar las posibilidades y los derechos que tienen las personas para disfrutar del diseño y de los productos.


 

Las tecnologías en la enseñanza y en la práctica del diseño

La tecnología es entendida como un producto o una solución conformada por un conjunto de instrumentos, métodos y técnicas diseñadas para resolver un problema; en tanto la técnica es el conjunto de conocimientos, habilidades y reglas que se utilizan para obtener un resultado. El lugar ocupado por las tecnologías en los diferentes momentos y contextos ha ido cambiando, en tanto el rol de las mismas está íntimamente relacionado con la sociedad de cada época. En nuestros días no se pueden desconocer su potencial y valor de uso, teniendo en cuenta que la imagen, el color, el movimiento y el sonido refieren a cómo las nuevas generaciones se contactan entre ellos y se vinculan con la sociedad (Díaz Barriga, 2008). Puede decirse que las tecnologías contribuyen a la comprensión a través de la percepción. Las representaciones tridimensionales, ya sean virtuales o reales, también favorecen la comprensión y podrían ser pensadas como tecnologías para la percepción tanto visual como táctil. Se puede preguntar entonces cuál es el lugar que ocupan las tecnologías en relación con las mujeres en las prácticas del diseño, tanto durante el proceso del proyecto como en el de la fabricación de los productos. También es factible analizar cómo se relacionan tanto las tecnologías como los diseños con la diversidad de la población, es decir, con los destinatarios de los productos.

Las tecnologías y la fabricación digital han transformado los procesos de aprendizaje y de práctica industrial. Las primeras se inscriben en las innovaciones, que potencian y hacen más animadas, motivadoras, las nuevas propuestas de enseñanza. En el caso específico de las carreras de diseño, Mazzeo y Romano (2007) plantean que las nuevas tecnologías tienen una doble función: de herramienta, con los programas de generación y tratamiento de las imágenes; y de soporte del diseño mismo, ya que permiten en muchos casos su producción.

Noguer (2019) menciona en su publicación que en algunas universidades se empezó a cuestionar el impacto político y socioeconómico del diseño industrial, al plantearse nuevas maneras de ver el diseño y su impacto: pasar de ofrecer respuestas a necesidades económicas y empresariales a proponer un diseño que ponga en crisis el sistema al no vincularlo a la autoridad patriarcal, para generar un espacio que considere al feminismo y a la interseccionalidad en este campo. De esta manera surgen nuevas teorías ecológicas que redefinen el sistema económico al proponer alternativas de producción, de consumo y de relación, al reunir este pensamiento crítico junto con las nuevas tecnologías. Esta autora sostiene que cada vez existe una segmentación más precisa con respecto al diseño de productos, donde ya no se busca la norma, sino el nicho de mercado. En la Cuarta Revolución Industrial, provocada por el desarrollo de la robotización, las fábricas son más flexibles y se reducen los gastos, promoviendo la adaptabilidad a las necesidades de la producción y una mejora en la eficiencia de los recursos. Ello permite a las grandes empresas ofrecer una hiperpersonalización de los productos para todo tipo de segmento de mercado, aunque este sea reducido. El marketing de estos productos se presenta inclusivo: de género, de edades, de razas, y pretende dejar atrás los estereotipos. Pero cabe la duda de si el hecho de diferenciar por segmento hace al diseño realmente inclusivo o es más excluyente aún porque separa.

Algo que sí queda claro es que las tecnologías ofrecen acceso a las personas con discapacidad pues les brinda diferentes tipos de apoyo para la comunicación (con el subtitulado o el audio de descripción de imágenes) o adaptaciones para realizar actividades, mejorándoles la calidad de vida. Con la cámara 2C3D para ciegos se muestra un caso interesante en cuanto a la evolución del instrumento “cámara”, aunque básicamente su innovación tuvo que ver con mejorar las experiencias de uso. Esta cámara los ayuda a obtener una sensación táctil de los datos visuales. Inspirado en los juguetes de pin art, el dispositivo es una cámara de detección de profundidad que convierte los datos visuales en datos táctiles, que representan formas como caras o siluetas de personas u objetos con una gran precisión. Permite a los invidentes capturar imágenes de individuos, y guardar datos visuales como un archivo 3D que se puede sentir de nuevo más tarde, muy parecido a pasar un álbum de fotos físico-digital   pero   sintiendo   la   profundidad   de   las   cosas en tres dimensiones. (Figura 1).

 

 

Figura 1. Videocámara 2C3D con relieve para personas ciegas.

Fuente: Archivo de la autora

La impresión 3D o tecnología aditiva ha crecido en forma exponencial y cambiado la manera en que se diseñan y fabrican objetos, cómo se establece una relación y se construye el entorno, ya sea desde el ámbito militar, en la salud, la educación, la cultura y el resto de las manifestaciones del hombre con valores sociales. En el diseño del calzado se toman como ejemplo los zapatos realizados en una sola pieza: Coral 3D de United Nude. (Figura 2).

 

 

 

 

 

 

                                                                                        

 

 

Figura 2. Coral 3D Printed Shoe.

Fuente: Coral 3D de United Nude

 

 

Gracias a esta tecnología se pueden realizar piezas complejas y precisas, monopiezas o varios elementos para articular un conjunto con posterioridad. No se necesitan matrices, al ejecutar prototipos rápidos se pueden hacer ajustes y mejoras de forma instantánea, siendo el proceso realmente dinámico, con lo cual se economizan materiales, tiempos y procesos productivos.

Otro caso es el vestido Kinematics dress, compuesto por piezas impresas en 3D, diseñado por Nerveus system y producido por Shapeways. El cuerpo de las personas es tridimensional y la indumentaria es confeccionada a partir de materiales planos; en este caso se proponen materiales y piezas en tres dimensiones en un intento de explorar en la generación del diseño así como en las potencialidades de las tecnologías. Si bien el vestido está elaborado con piezas rígidas, estas se hallan articuladas de manera tal que pueden generar una estructura flexible, tener movimiento, doblarse y ocupar poco espacio para su guardado. Esto implica no tener desperdicios de materiales y que la prenda se adapte a diferentes cuerpos y situaciones. (Figura 3).

 

Figura 3. Kinematics Dress, por Nervous System. 3D impreso por Shapeways.

Fuente: Archivo de la autora

 

Reflexiones finales

Aún hoy, a pesar de que el mercado está especialmente dirigido hacia la mujer, diseñando objetos como celulares y electrodomésticos, entre otros, en muchos casos el cuerpo modelo parecería seguir siendo el del hombre, como si fuera la norma. En el diseño industrial no siempre se piensa en productos accesibles para la mayoría de la población, ya que se dejan de lado los extremos como las minorías que conforman las personas con discapacidad, personas con tallas pequeñas o grandes, etc. En este sentido la estandarización de los productos de consumo visibiliza la problemática de la exclusión, al no considerar la inclusión desde el diseño.

Tanto el rol como el valor del diseño apuntan a una combinación del pensamiento crítico y la creatividad, ya que el diseño es mucho más que solo contemplar cuestiones estéticas. Se aspira a resolver problemas funcionales, simbólicos o comunicacionales y se construyen estrategias para tener la habilidad para visualizar y conceptualizar lo que es intangible, abstracto y aún no existe. Con gran responsabilidad se diseñan soluciones para las personas y para el planeta. Se pretende mejorar la vida a través del diseño. La esencia de este es, entonces, su capacidad para vincular a las personas con el mundo que las rodea, facilitar su vida, ayudar a una clara comunicación y a construir utilizando los recursos en la forma más eficiente. Los diseñadores sostienen que la igualdad, la tolerancia, la diversidad y la inclusión son valores trascendentes. Es reconocido que el diseño puede hacer un gran aporte para promover y generar las instancias en donde predomine la igualdad de oportunidades en la vida cotidiana de los individuos, a través de los productos que los rodean.

Podría considerarse una variante del diseño social a la articulación entre género y diseño, apuntando a establecer relaciones de igualdad en la comunidad y a través de la práctica profesional, ya que lamentablemente la práctica del diseño aún reproduce estereotipos, como es el caso de la distinción de juguetes. También lo hace al predeterminar que los usuarios son hombres fuertes y atletas y con medidas consideradas estándar. Y bien se conoce que el hombre medio es una falacia.

Quedan algunos interrogantes: ¿Se puede pensar en un diseño equitativo e inclusivo, desde una perspectiva de interseccionalidad entre género y discapacidad que considere las características físicas, cognitivas y afectivas de todas las personas para que se adapte a sus condiciones? Y con respecto a las tecnologías: ¿Equiparan oportunidades? ¿Empoderan a las personas y les dan autonomía?

Se propone considerar el diseño desde diferentes búsquedas que respondan a vinculaciones innovadoras donde se articulen diversas construcciones sociales que están en desarrollo, como son el género y la discapacidad. Además, se aspira a promover estrategias inclusivas incorporando las tecnologías para enriquecer y fortalecer tanto procesos educativos como los de la práctica proyectual.

 

 

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